lunes, junio 27, 2005

Otakus sin complejos: cómo ser otaku más allá de los 30 (3)

3- Cuida las formas.

Vale, ya sabemos que cumplir los 30 ya no es sinónimo de hacerse persona mayor, o sea, vestir de traje para siempre, echar barriguita mal llamada "la curva de la felicidad", ver solamente TVE, reirse con los chistes de Arévalo, etc. Pero una cosa no quita la otra y hay que aceptar que ya no se es un adolescente. Cada cosa a su tiempo, que diría el maestro Happosai.

Hay que aprender a conjugar nuestra afición, el manganime, con el hecho de que somos seres sociales. Hay que cuidar las amistades, hay que mimar a las parejas o a las mascotas (sobre todo si son gatos). Del mismo modo que ponemos todo el cariño del mundo guardando en las estanterías el último art-book de Takehiko Inoue, hay que recordar felicitar a nuestra madre por su santo.

Cuando se tiene veinte años queda hasta gracioso ser un poco ermitaño, pero a partir de cierta edad es casi patético, a no ser que seas un escritor famoso con mala leche, a lo Pérez Reverte. Hay que hacer por que tu afición no devore toda tu vida profesional y personal. Hay que salir con gente de todo tipo, incluso con aquellos que piensan que estás chalado por poner un poster de Madoka en la habitación de la plancha. Hay que hablar con otakus de cosas que no sean manganime.

Se trata de evitar situaciones tan absurdas como que alguno se sepa los nombres de todos los macarras que aparecen en Naruto pero no sepa si su colega de mil karaokes o jornadas trabaja, tiene herman@s, está casad@ o le gusta el helado de fresa. Por otro lado, la higiene personal ya no puede ser un tema de debate para un otaku, sino un mandamiento inexcusable.

miércoles, junio 15, 2005

Otakus sin complejos: cómo ser otaku más allá de los 30 (2)

2- El manga mola.

Efectivamente. Todo cambio cuando Akira fue estrenada en todos los cines del mundo, allá por 1988. Esta película sacó al manganime del pozo marginal e infantil donde se encontraba para alzarse hasta el mundillo "underground" y "cool" (o sea, lo que mola) de Occidente. Hoy en día, en cualquier tienda de ropa moderna que se precie ha de haber referencias al manganime, ya sea una camiseta de Tetsuwan Atom (o sea, Astroboy), una figurita de Mazinger Z, un bolso con un P-chan o posavasos con las efigies de los personajes de Crayon Shin-chan. ¡Incluso la comida japonesa está de moda! O-bento, O-konomiyaki, katsudon, Udon, Ramen, Misoshiro, sukiyaki, yakisoba o yakkitori llenan las barrigas de los occidentales a diario.

Visto lo visto, un otaku es en realidad el que "está al loro". Hay que fardar de conocimientos nipones. Japón ya no es aquel sitio donde sólo sabían imitar (prejuicio con raices nazis, todo hay que decirlo), sino el lugar donde la vanguardia cultural mundial se fija. En Japón van a años luz del Occidente, ya sea en ropa, en música, en diseño, en tecnología, en cine o, por ejemplo, en animación. Nombres como Takeshi Kitano, Hirozaku Koreeda, Takeshi Miike, Ryuichi Sakamoto, Issey Miyake, Yohji Yamamoto, Kenzaburo Oe, Rika Okamoto, Yoshio Taniguchi, Toyo Ito o Hideo Kojima son referencias mundiales en sus respectivos campos (dejo al lector la tarea de averiguar a cual pertenece cada uno).

Hay que aprovechar: somos otakus y no nos da miedo pronunciar esos nombres ni nos brota la risita nerviosa ni nos dan ganas de hacer chistes fáciles con los nombres tipo "yamamoto se cae de la moto suzuki ja-ja-ja". Hay que poner cara de entendido mientras se cuenta a nuestr@s compañer@s de trabajo que el mismo señor que pone la música de esa película japonesa - de la que todo el mundo habla y ponen tan bien en El País o el Shangay o el Fotogramas - , es el mismo que hizo la banda sonora del Oso de Oro del Festival de Berlín 2003, El Viaje de Chihiro. Es dar un par de datos como estos a la hora del café y todo el mundo te tendrá por lo más de lo más en la oficina. ¡Aprovecha mientras dure!


viernes, junio 10, 2005

Otakus sin complejos: cómo ser otaku más allá de los 30 (1)

Como decía hace unos días, me he decidido a aportar mi granito de arena para mejorar la vida y la salud mental de todo aquel otaku que pase de la treintena. Ya sé que somos minoría en el mundillo, pero también somos el quid en la cuestión de cómo normalizar el manganime en España (con perdón). El conseguir que personas normales y corrientes, con parejas, trabajos, hipotecas, entradas en el pelo e incluso hijos, puedan leer manga y ver anime sin ningún tipo de complejos ha sido desde siempre uno de mis sueños dorados. Si se consigue esto, que el manganime sea una afición aceptada por la sociedad como cualquier otra, creo que definitivamente podremos dar por buenos todos los esfuerzos que a lo largo de estos años muchos hemos hecho.

Para acercarnos un poco más a este fin voy a enumerar una serie de consejos para esos otakus treintañeros (o a punto de serlo) que aún no se atreven a salir del armario:

1- ¡Fuera complejos! Efectivamente, lo primero que hay que hacer es convencerse uno mismo que leer un manga es algo tan normal como ver un partido de futbol. Son entrenimientos y punto. Igual que hay partidos más o menos entrenenidos del mismo modo hay mangas más o menos graciosos o apasionantes. Nosotros mismos somos los que muchas veces nos avergonzamos sin que nada o nadie nos diga nada. No somos ni más ni menos maduros por coleccionar One Piece. No son las situaciones las que nos crean ansiedad, sino nuestros propios pensamientos, hay que meterse eso en la cabeza. Igual que nos llevamos un libro a la playa o a la piscina, si nos apetece nos podemos llevar el último tomo de Lobo Solitario y su Cachorro o de Detective Conan (con cuidado, eso sí, de dónde ponemos la crema). ¿Tu te crees que con los bikinis y los tangas que corren por la arena alguien se va a preocupar de lo que lees o dejas de leer? Y si tu cuñada arruga la nariz cuando mira la portada de No me lo digas con flores seguro que es porque le ha entrado arena en las fosas nasales, la pobre.

miércoles, junio 08, 2005

Toki doki Blue

Hoy por fin he encontrado - en la Feria del Libro - una de esas obras que hacen que poner "manga" y "adultos" e incluso "arte" juntos no suene tan raro. Me refiero a la obra de Kiriko Nananan, Blue.


No quiero destripar la historia que cuenta esta pequeña delicia, pero tengo que decir que la expresión "sensibilidad a flor de piel" adquiere todo su sentido cuando vamos pasando las páginas. Absolutamente imprescindible para cualquiera que tenga un mínimo de buen gusto. Ideal para darle en la boca al listo que todo lo sabe y que os cuenta que el manga sólo es sexo y violencia.

Por cierto, hay una película basada en este manga hecha en 2001, llamada igual y dirigida por Hiroshi Ando. Será cuestión de echarle un vistazo :)

domingo, junio 05, 2005

Desde la torreta de Mazinger Z

Con el estereotipo hemos topado

- En el Salón me hice una foto con Lázaro Muñoz.
- ¿Y ése quién es?”

El Camino Perdido del Otaku 3:
Matando a Lázaro Muñoz

Un día cualquiera, no sabes que hora es, te acercas a la pantalla sin saber porqué. Enciendes el ordenador y te pones a ver la última serie que te ha enganchado: School Rumble. Como uno es consecuente con su posición como redactor de la Minami, enseguida empiezan a brotar ideas para un próximo artículo de esta “Torreta”. Esta serie y un monólogo que vi ayer por la noche me traen a la cabeza el tema de los estereotipos.

Resulta que el personaje protagonista de School Rumble es Tenma Tsukamoto, la típica adolescente de anime con menos seso en la cabeza que los guionistas de Gran Hermano. La niña básicamente es un desastre con patas, que no sabe hacer la “o” con un canuto y que se pasa el día suspirando por el amor de su vida. El amor de su vida en cuestión es una especie de genio autista o estúpido, eso aún no lo he decidido, que por supuesto no hace caso a Tenma. Por otro lado está Kenji Harima, que a su vez está colado por Tenma y que también es un desastre con patas, a pesar de ser una especie de macarra de instituto, temido por las pandillas rivales. Pasan los episodios con los tres haciendo tonterías, más sus amigos, más sus amigas, etc. Lo habitual en este tipo de comedias estudiantiles romanticonas.

Los estudios japoneses saben muy bien lo que funciona y en ello perseveran. Un anime de este estilo marcha cuando hay unos personajes característicos con los que los telespectadores se pueden identificar. Una chica guapa pero desastre. Un chico fuerte pero torpe. Un chico guapete y listo pero autista y medio lelo. Una chica guapísima y con dinero pero un poco simple. Siempre dejando un resquicio donde poder captar al o a la que se sienta frente al televisor.

Si pensamos en protagonistas femeninas desastrosas y con cerebro de chorlito enseguida nos salta a la memoria Bunny Tsukino, la más improbable de las heroínas y protagonista de Sailor Moon. Curiosamente, cuando se hacían las listas de popularidad de las sailors, la primera no era ella, sino Ami Mizuno (Sailor Mercury); una chica modosita, buena estudiante, amita (potencial) de su hogar... la nuera que todas las madres (japonesas y no japonesas) querrían para sus familias. Entre todas las sailors había modelos con los que identificarse, como los había con las hermanas Tendô de Ranma ½: Akane, la marimacho y desastre pero a la que persiguen todos; Nabiki, la pragmática y calculadora; Katsumi, la madre suplente, dulce y pelín despistada.¡Elige identificarte con la que más te guste!

Los chicos en cambio suelen tener menos variedad, ya que el protagonista masculino suele ser mayoritariamente un buen chico, aparentemente un poco desastre, feucho aunque de atractivo inexplicable (al menos para otro hombre hetero), que se esfuerza mucho y que al final consigue triunfar, normalmente después de sufrir o ser apaleado o las dos cosas. Seiya, por ejemplo, sería muy heroico y tal, pero era mas corto que el rabo de una uva.

La cosa cambia cuando el protagonista es un poco más mayor, ya que entonces se vuelve un personaje medio autista, con mirada de hielo y menos locuacidad que Rei Ayanami. En este caso el personaje tiene un pasado oscuro tras suyo, es el mejor en lo que hace y las mujeres se derriten ya literalmente frente a él. Un poco a lo Spike Spiegel de Cowboy Beebop, vamos.

Estos parámetros son casi inamovibles. Si el personaje es joven, es lelo; si no es lelo, entonces es mayor o es gay. Aquí no hay margen para los experimentos, que los estudios se juegan muchos millones de yenes con los animes que producen cada año y ellos sí son los mejores en lo que hacen.

Que Ayukawa esté con vosotros.

Manuel “Kimagure” Ortega
(a.k.a. Curro)

viernes, junio 03, 2005

Una mañana en la Feria

Hoy por fin he podido visitar la 64ª Feria del Libro de Madrid, situada como cada año en el Parque del Retiro. He optado por ir prontito; a las 10 y cuarto estaba ya allí... para averiguar que se abrían los puestos a las 11 :(

La verdad es que recomiendo ir pronto por la mañana ya que se pueden recorrer tranquilamente todos los puestos y curiosear a gusto entre los libros sin agobios ni (casi) calor. Lo único que rompía la tranquilidad eran los los grupos de escolares que también recorrian las calles de la Feria.

Reconforta, que queréis que os diga, ver a niños vociferando delante de las casetas, comentando tal o cual libro. Digo que reconforta por que quizás de esa manera a alguno le entre la curiosidad por leer esos chismes de lomos de colorines llamados "libros", que no necesitan pilas, cartuchos intercambiables ni un mando a distancia para disfrutar de ellos.

Cuando estaba en la caseta de Generación X, conocida librería de comics de Madrid, un grupito de estos llegó en tropel pidiendo el número 1 de Shaman King y el 15 de Naruto (¿o era al revés?). El pobre chico de la caseta trataba de entender todo lo que le pedían, pero era imposible. Me alejé discretamente hacia territorios más tranquilos; me hizo ilusión, que queréis que os diga, ver a la chiquilería en la Feria y pidiendo mangas sin complejos. Hay esperanza para el futuro.


jueves, junio 02, 2005

Una de cal y otra de arena

Me sorprendo encontrando dos noticias sobre manganime: una buena y otra mala. La "mala" es un estudio hecho por la Universidad de Valladolid comentando, por enésima vez, lo malos que son dibujos como Bola de Dragón para los niños; compara esta serie con otra, David el Gnomo, y demuestra (eso dicen) que la primera es una serie cuyo visionado puede acarrear "graves consecuencias para la formación del pensamiento infantil". Cuentan los sesudos investigadores que, mientras los niños situaban y explicaban los comportamientos de los gnomos, el zorro y toda la fauna de David el Gnomo sin problemas, en el caso de Bola de Dragón (DB) no pasaba lo mismo y poco menos que se hacían un lio con las escenas, personajes, motivaciones y tramas.

Normal.

Es como si comparas churras con merinas. En efecto, aunque las dos sean tipos de ovejas, la finalidad de la una no es comparable con la de la otra. Compara este "estudio" dos series, una de tropecientos episodios (DB) con otra de apenas treinta y pico; una emitida en una época y la otra después; una destinada a niños y la otra a adolescentes; emitidas en horarios diferentes, etc. ¿Qué clase de estudio es ese? ¡Hasta yo tendría problemas para identificar personajes de DB o de intentar explicar porqué Goku es tan lelo o para qué leches Trunks iba y venía del futuro como quien coje el metro. Como siempre los medios de comunicación buscan el titular fácil para asustar a los padres desinformados del mundo.

La "buena" es una reseña de Luis Antonio de Villena en su columna semanal sobre ¡literatura! en El Mundo, publicada ayer de Junio. En ella hacía un elogio de la cultura japonesa, a través de un libro de Haikus recién publicado, y de paso al final nombraba el manga ZetsuAi como una obra más que recomendable si se quiere una aproximación al manga yaoi y a la imagen andrógina que marca un tipo de obras japonesas. Que una manga aparezca reseñado en las páginas de cultura de un diario de tirada nacional me da tal sorpresa que tengo que pincharme con mi pin de P-Chan para convencerme que no es el día de los inocentes.

¡La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida!