domingo, marzo 05, 2006

Robotech

Retomo el Camino y cuento que estoy disfrutando como un enano, mata que te mata invids, con el juego de la PS2 Robotech: Invasion. A los mandos de mi Cyclone Veritech voy destrozando bicho tras bicho hasta llegar (espero) al Punto Reflex... sea lo que sea eso. Claro, la cosa tiene mucha más gracia si te ha pasado, como a mí, que te has levantado un porrón de mañanas buscando tu ración diaria de protocultura... sea lo que sea eso también.



Por supuesto, entonces no tenía idea ni de qué era Macross, ni de lo cabrón que era Carl Mazek, ni había oido cantar a Minmay, ni nada de nada. Sólo me devanaba las meninges intentando cuadrar la historia que nos iban contando. Al intentar encajar tres series completamente diferentes, los saltos en el guión eran más grandes que el Cañón del Colorado; cuando llegaron a la tercera parte, la Nueva Generación, el cachondeo ya era generalizado y era imposible creer que esa historia tuviera algo que ver con la que había empezado de la mano de Rick Hunter, Lisa Hayes y Linn Minmay. Por mucho que Scott Bernard llamase al Almirante Hunter una y otro vez... no colaba. Por supuesto, nunca descubrí qué era exactamente la protocultura... y ahora sé que ni maldita falta hace saberlo.



Pero con esto y con todo, era sonar la fanfarria de Robotech (la misma que suena en el juego) y ponérseme los pelos como escarpias. Ya sé: es imposible llevar una armadura Cyclone por el simple motivo de que los brazos se romperían con el peso de los lanzamisiles. La mitad de los mechas de Robotech se romperían como una hoja al intentar cambiar su configuración, digamos... ¿a velocidad mach 2.0? ¡Y qué importa eso! De lo que se trata es de pasar el mejor rato de tu vida pensando que puedes realizar tu sueño dorado: llevar una armadura de combate, destrozar muchos bichos, salvar el mundo y, como no, llevarte a la chica.

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